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La comilona nocturna de Nochebuena y el remate del ágape de Navidad es la culminación de un proceso de abuso gastronómico que se inaugura con las cenas de empresa y los vermús corporativos pre-navideños. El resultado es una saturación no solo calórica sino también de lipídica y glucémica, así como alcohólica. De esta suerte tanto el hígado como la vesícula biliar y el páncreas son las víctimas de tanto pavo, marisco, escudella, canelones, turrones o lo que sea que escojamos en la variada tradición nacional gastronómica navideña.
En todo el mundo, 2 millones 600 mil recién nacidos mueren, dentro de un mes después de su nacimiento, según la Organización Mundial de la Salud.
Los alimentos probióticos, aquellos que contienen microorganismos vivos, supuestamente beneficiosos para la salud en las dosis adecuadas, han sido muy populares durante las últimas décadas.
Cada vez hay mayores innovaciones para reemplazar, hasta las sensaciones del cuerpo, ante la amputación de extremidades. Envolviendo una mano protésica, una "piel electrónica" ayuda de nuevo a los amputados a sentir presión e incluso dolor.
Un tratamiento dulce, especialmente diseñado, supera el problema potencialmente fatal de la deshidratación, entre las personas con demencia.
La mitología nutricional clásica ha colocado a los huevos en una situación tradicionalmente ambigua. Por un lado se los ha considerado un alimento rico y propio de la dieta mediterránea, pero por otro se ha limitado su consumo máximo recomendado por motivos de alto riesgo vascular, aumento del colesterol, diabetes, etc.