Redacción Ciberadio
La operación, valorada en 82 700 millones de dólares, pone bajo el control de Netflix los estudios de Warner en Burbank, un extenso catálogo de cine clásico y contemporáneo, así como las marcas asociadas a HBO y a franquicias globales como DC, Harry Potter, El Señor de los Anillos o Godzilla. Se trata de un nuevo capítulo en el proceso de concentración que ya absorbió a MGM bajo el paraguas de Amazon y a Century Fox en el conglomerado de Disney.
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Un nuevo mapa de poder en Hollywood
Con la compra, Netflix deja de ser únicamente la mayor plataforma de ‘streaming’ para convertirse, además, en propietaria de uno de los estudios históricos de Hollywood. El cambio altera el equilibrio tradicional entre quienes producen contenidos, quienes los financian y quienes los exhiben.
Productores, guionistas y directores miran con recelo un escenario en el que se reducen los grandes compradores de proyectos. Menos jugadores implica menos competencia por historias, menor variedad de propuestas arriesgadas y mayor presión para privilegiar productos globales, diseñados para funcionar en todos los mercados y medidos por algoritmos.
El frente más sensible: las salas de cine
Warner ha sido, hasta ahora, uno de los estudios que más ha defendido el estreno en salas y el mantenimiento de una ventana de exhibición antes del salto a plataformas. Netflix, por el contrario, cimentó su modelo en los lanzamientos directos o casi simultáneos en su servicio.
La gran incógnita es qué ocurrirá con las próximas producciones de alto presupuesto: ¿se mantendrán los estrenos tradicionales en salas durante varias semanas o se optará por pases limitados, seguidos de un rápido desembarco en ‘streaming’? Para los circuitos pequeños e independientes, un recorte drástico en la ventana de exhibición podría ser determinante para su supervivencia.
HBO y el dilema de las plataformas
El futuro de HBO y su plataforma asociada es otro foco de preocupación. Aunque Netflix ha asegurado que la marca se mantendrá, surgen dudas sobre la viabilidad de sostener dos servicios de suscripción que compiten por el mismo público y el mismo tipo de contenidos.
HBO Max cuenta hoy con una cuota de mercado sensiblemente menor que la de Netflix, lo que alimenta las especulaciones sobre un escenario de integración total del catálogo en una sola interfaz, la conversión de HBO en un sello de contenido dentro de Netflix o incluso una eventual venta de la marca a otro operador interesado. Cualquier decisión en este terreno estará bajo el escrutinio de los reguladores, atentos al riesgo de posiciones dominantes en el mercado del vídeo bajo demanda.
Menos jugadores, más concentración
La preocupación se extiende al plano creativo y laboral. Gremios de la industria advierten que la concentración reduce las opciones para negociar mejores condiciones, limita la diversidad de voces y hace más difícil que proyectos de nicho encuentren financiación y espacio de exhibición.
Para los trabajadores del sector —técnicos, equipos de producción, personal de promoción y distribución— la integración de estructuras suele derivar en recortes y reordenamientos internos que afectan plantillas, filiales y operaciones regionales.
Un futuro en construcción
La compra de Warner por parte de Netflix todavía deberá superar revisiones regulatorias y negociaciones internas antes de traducirse en cambios concretos para el público. Sin embargo, las preguntas ya están planteadas: qué pasará con la experiencia de ir al cine, cómo se reordenarán las plataformas de ‘streaming’ y cuánta diversidad creativa será posible en un mercado cada vez más concentrado.
Lo que ocurra en los próximos meses no solo redefinirá el modelo de negocio de Hollywood, sino también la forma en que el público de todo el mundo verá películas y series en la próxima década.
