Abro una página de un libro y El Principito me muestra que aquel sombrero frente a mí no es eso, sino una boa hambrienta que degustó un enorme elefante. -Cómo nos engañan las simples apariencias”, le dije, él sonrió y me regaló una rosa. Me invitó a subir a su avioneta y le dije que me deje en Macondo.