Un aporte de Elizabeth Terán Rojas para Ciberadio

Mientras caminaba por cada uno de los párrafos escritos por mi colega, percibí vidas paralelas y casi parecidas entre Marie Curie y su esposo Pierre Curie; y Rosa con su esposo Pablo. Ambas vivieron el luto por la muerte de sus parejas a quienes amaron tanto porque fueron esenciales en sus vidas. Fueron parejas complementarias; más allá del amor, lograron soportarse porque compartían actividades afines: la primera, ciencia y escritura; la segunda: periodismo y escritura.

Sin duda, es el dolor el que cubre cada historia del libro de Rosa Montero. Es inevitable contar con él porque es el hilo conductor para juntar ambas historias.

La autora refleja además cómo la científica Marie Curie tuvo que soportar la envidia, celos y hasta el plagio de sus conocimientos por parte de sus colegas.

Curie fue una mujer entregada a sus pasiones. Tanto así que por estar en contacto permanente con el radio (elemento químico Ra 88) empezó a enfermarse y le quedaron pocos años de vida.

Amó demasiado a Pierre, quien la abandonó por causa de un golpe en su cabeza, propinado por un reloj que no fue correctamente colocado en su sitio. Marie empezó a escribirle cartas a su memoria para tratar de revivirlo en medio de las palabras. Lo que conseguía fue rememorarlo y reamarlo con intensidad.

Un amor parecido vivió Rosa con Pablo. No podía dejar de recordar a aquella higuera que florecía y les hablaba de la vida y la muerte. "Mi marido amaba las higueras", señala Montero.

Pablo le contaba que una niña solía cantar bajo la higuera. Me imaginé a Rosa convertida en la pequeña, porque pareciera que su marido ya la imaginaba. Una persona libre, artista de su propia vida, inocente como la flor que esconde el higo. La niña eterna que permanece en Rosa. Y me ha encantado esta frase: "Esa promesa de higos maduros y melosos. Ese vislumbre de la vida".

La higuera será el recuerdo eterno de Rosa. De seguro ella aún se dirige a este hermoso árbol de frutos codiciados para descansar, mientras hojea las anécdotas con Pablo, lee y escribe sus próximos libros.

Sin duda, a Rosa le encanta escribir géneros fuertes como la novela, con cierta dosis de periodismo, historia, cotidianidad y carisma literaria. Es así que concuerdo con ella cuando señala "Todos los humanos somos novelistas y, por consiguiente, yo soy redundante porque además me dedico a escribir".

Y explica luego, que en las novelas protagonizan sus "fantasmas". Ellos fortalecen los desenlaces de sus historias. Cuando me detuve en esta parte de su libro recordé que una amiga escritora me comentaba que los principales personajes de sus cuentos de terror son aquellas personas que le han fallado de alguna u otra manera en la vida. Cada escritor conoce sus "fantasmas" y hayan sido estos buenos o malos pueden ser geniales personajes para la literatura.

Frases relevantes que escogí de su libro:

• “Los libros nacen de un germen ínfimo, un huevecillo minúsculo, una frase, una imagen, una intuición; y crecen como zigotos, orgánicamente, célula a célula, diferenciándose en tejidos y estructuras cada vez más complejas, hasta llegar a convertirse en una criatura completa y a menudo inesperada.” La ridícula idea de no volver a verte. Página 10
• “¡Y yo que estaba hipnotizada #escribiendo! La ridícula idea de no volver a verte. Página 139. @BrunaHusky
• El tuétano de los #libros está en la esquina de las #palabras. @BrunaHusky