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Trump y Musk rompen su alianza: se desmorona una relación clave en EE.UU.

La relación entre el expresidente Donald Trump y el empresario Elon Musk —una de las más comentadas y, hasta hace poco, funcionales del panorama político y económico estadounidense— llegó a un abrupto final esta semana, en medio de acusaciones cruzadas, decisiones políticas de alto impacto y consecuencias inmediatas para los negocios del magnate sudafricano.

Redacción Ciberadio


La ruptura quedó en evidencia tras una serie de declaraciones públicas en las que Musk criticó abiertamente el plan fiscal promovido por Trump y sus aliados republicanos, al que calificó como una “abominación repugnante”. El pronunciamiento sorprendió no sólo por el tono, sino por el momento: apenas cuatro meses después de que Musk fuera nombrado director del recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una estructura pensada para aplicar principios empresariales a la gestión pública, con Musk como su figura central.

Trump no tardó en responder. Desde su red Truth Social, el expresidente acusó a Musk de haber perdido el juicio y dio instrucciones inmediatas para revertir beneficios regulatorios que favorecían directamente a empresas vinculadas al empresario. Entre las decisiones más significativas se encuentra la eliminación de la obligatoriedad de compra de vehículos eléctricos por parte de agencias federales, medida que había beneficiado ampliamente a Tesla.

Además, el gobierno republicano ha insinuado la posibilidad de suspender contratos con SpaceX, Starlink y otras compañías de Musk que mantienen vínculos contractuales con el Estado. En paralelo, se ha reactivado el escrutinio legal y regulatorio sobre estos conglomerados, lo que ha encendido alarmas en los sectores financiero y tecnológico.

Las consecuencias no tardaron en reflejarse en los mercados. Las acciones de Tesla cayeron un 14 % tras el anuncio del distanciamiento entre ambos líderes, con una pérdida estimada de más de 150 mil millones de dólares en capitalización bursátil. Se calcula que el patrimonio personal de Musk se redujo en cerca de 20 mil millones en cuestión de horas.

En el plano político, el conflicto ha provocado tensiones dentro del Partido Republicano. Aunque Trump conserva el respaldo de figuras clave del movimiento MAGA, como Steve Bannon, la disputa ha abierto un nuevo frente. Musk ha planteado, incluso, la posibilidad de conformar un nuevo movimiento político fuera del esquema tradicional bipartidista, una idea que ya está sondeando entre sus seguidores a través de su red X.

El empresario también elevó el tono al sugerir —sin pruebas— que Trump podría tener vínculos con la agenda de contactos de Jeffrey Epstein. La insinuación ha sido interpretada como un intento de dañar la imagen pública del expresidente, pero también podría desencadenar acciones legales.

Lo que parecía una alianza estratégica entre poder político y poder tecnológico ha terminado por evidenciar las profundas diferencias entre dos figuras que comparten ambiciones, pero no visiones. La ruptura no solo afecta a los protagonistas, sino que altera el tablero económico y electoral de cara a las próximas elecciones presidenciales. La batalla entre Trump y Musk ha comenzado, y sus efectos podrían sentirse más allá de las fronteras de Estados Unidos.

 

Una reforma fiscal detonó el quiebre

La relación entre Donald Trump y Elon Musk comenzó a resquebrajarse luego de que el empresario se opusiera públicamente a una ambiciosa reforma fiscal impulsada por la administración republicana. Musk no sólo cuestionó el fondo técnico del proyecto, sino que lo calificó con dureza como una “abominación repugnante”, en un mensaje publicado en X (antes Twitter), plataforma de la que es propietario.

El ataque directo tomó por sorpresa al entorno del expresidente, quien consideraba a Musk no solo un aliado estratégico, sino también una pieza clave en su narrativa de modernización del aparato estatal. La reacción de Trump fue inmediata: lo acusó de haber “perdido el juicio” y ordenó una serie de medidas en represalia, entre ellas la suspensión de beneficios regulatorios y contratos federales con empresas del empresario.

La reforma fiscal, en esencia, proponía una reestructuración de los incentivos para empresas tecnológicas y manufactureras, con reducciones de impuestos corporativos, pero también con nuevos requisitos sobre producción nacional y condiciones laborales. Musk argumentó que estas medidas favorecían a sectores tradicionales y penalizaban la innovación tecnológica.

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