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Tradición mexicana: altar para las mascotas fallecidas

El día de muertos es una de las tradiciones más importantes en México, durante el 1 y 2 de noviembre, se recuerdan a todos nuestros seres queridos que ya no están físicamente con nosotros, y se les coloca una ofrenda con toda la comida que les gustaba, para que en esos días sus almas regresen y prueben las delicias que les gustaban en vida.

El día de muertos es una celebración al recuerdo de aquellos que amamos y que fueron importantes para nosotros, según la tradición, el día 1 de noviembre se celebra el día de Todos Santos, que corresponde a los niños, mientras que el 2, Día de Los muertos, corresponde a todos los demás, pero entonces, ¿En qué día entran las mascotas?.

Las mascotas se han convertido en una parte muy importante para los seres humanos, ellas también son parte de nuestra familia, nos han dado alegría, nos han sacado muchas risas y su cariño y ternura siempre están ahí para nosotros, nos han acompañado toda una vida y uno de los momentos más dolosos es, sin duda, su partida.

Nuestros animalitos siempre quedarán en nuestro corazón y los recordaremos con gran cariño y amor, por eso, no es raro preguntarnos si podemos poner la foto de nuestros compañeros perrunos, gatunos y de más, en el altar de muertos de la familia, pero la respuesta es si. Hay varias organizaciones que han propuesto que se establezca un día para celebrar a estos seres, algunas de ellas han planteado el 27 de octubre y otras más, el 3 de noviembre, pero en realidad no hay un día especifico para poder hacerlo.

Los perros, las guías de nuestras almas

La buena noticia es que esta bella tradición no dice nada sobre que no podamos poner en el altar a nuestro perro o gato, de hecho, hay un animal que ha sido parte fundamental en la tradición prehispánica del día de muertos, el perro, pues la muerte se consideraba como el inicio de un largo viaje hacia el Mictlán (inframundo), por lo que se acostumbraba enterrar a la persona con su perrito o sacrificar a uno de ellos, para este fuera quien lo guiara en su camino ante Mictlantecuhtli (El Señor de los muertos).

Los perritos son considerados como un psicopompo, es decir, una implorante guía para nuestras almas, esto tanto en el pensamiento náhuatl y maya, como en el de muchos otros pueblos del mundo, y no es de esperarse, el perro ha sido el compañero inseparable del hombre, no por nada es conocido como el mejor amigo de este, su sensibilidad y capacidad les ha otorgado algunos poderes que los seres humanos no tenemos.

Según las creencias populares, los perros tienen la capacidad de ver a las almas cuando los humanos duermen y pueden ver cuando estas están por separarse del cuerpo, es decir, cuando morimos, es por ello que muchas personas dicen que cuando un perro aúlla, es que está avisando sobre la muerte.

Pero no solo las creencias le otorgan algunos poderes especiales a nuestros amigos peludos, también lo hace la ciencia, pues se ha demostrado que estos animalitos son capaces de detectar algunas enfermedades como el cáncer gracias a su desarrollado olfato. Los perros siempre están en alerta, vigilando cualquier cosa que pueda hacerle mal a su amo, ellos siempre están cuidándonos y esperando que lleguemos a casa para jugar con ellos.

Los perros son unos grandes guardianes, de hecho, es conocido que algunos de ellos hacen guardia en la tumba de su amo, o que se quedan esperando que este regrese, como la famosa historia de Hachiko, el perrito japonés que después de la muerte de su amo, siguió acudiendo todos los días a la estación de Shibuya a la misma hora en la que acostumbraba a llegar su amo para esperar a que él volviera.

Todo esto puede explicar por qué el perro es considerado en varias culturas como los guías y conductores de almas al reino de la muerte.

La tradición de día de muertos también es para nuestras mascotas
La realidad es que no hay un día específico para poner un altar a nuestra mascota, pero la esencia del día de muertos es claramente reunirnos de nuevo con nuestros seres amados que ya han partido al otro mundo y recordarlos con gran amor y alegría, por lo que nuestros queridos amigos también pueden viajar del más allá para pasar un rato de nuevo con nosotros y disfrutar de todas las cosas que les gustaba comer en vida.

Elementos que deben y pueden colocarse en el altar para tu mascota

La fotografía: esta es muy importante dentro del altar, pues esta es una manera de honrar a la persona, o en este caso, a nuestra mascota, tal y como fue en vida.

La comida que más le gustaba: seguro que sabes cuales eran las croquetas que más le gustaban a tu mascota, o los premios que más disfrutaba, eso es lo que le debes de poner en su altar, aunque también pueden incluir algunas cosas más que amaba comer sin tu permiso.

Juguetes: puedes colocarle en su altar los juguetes con los que más le gustaba jugar, este puede ser el elemento perfecto para recordad los buenos momentos que pasaste junto a tu querida mascota

Prendas: durante la temporada de invierno, algunas de nuestras mascotas necesitaban un abrigo extra, como los perros chihuahua, por lo que puedes colocarse una prenda en el altar para que tu animalito pueda volver a sentir el calor de cobija o su suéter. Aquí también puedes incluir su correa y su collar, para poder recordar los paseos que daban juntos.

Debes ser bueno con ellos o no te ayudarán


En el libro Muerte a filo de obsidiana: los nahuas frente a la muerte, del arqueólogo e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Eduardo Matos Moctezuma, existe un relato que puede explicar algo de la importancia que tienen la colocación de una figura de un perro el altar de Día de Muertos y el significado del mismo:

Mi madre estaba ya anciana, tenía como 70 años cuando murió. Le dimos todos los servicios y la teníamos en el ataúd cuando empezó a respirar y despertó echando espuma por nariz y boca. Le atendimos cuando pidió café y un cigarro.

Luego platicó que sintió cómo se desprendió el cuerpo y fue con su misma figura rumbo a un río muy grande con aguas revueltas y terrosas. Ahí estaba el perro que había muchas veces corrido de su casa, flaco y hambriento.

El perro la miró despectivamente y no se movió: Perro –le dijo-, llévame al otro lado porque estoy muerta. El perro la miró despectivamente y le dijo: ¿Quieres que te lleve al otro lado? ¿Acaso me diste comida, agua, dulces? ¿No me pateabas, me bañabas con agua caliente de tu ropa sucia? ¿Qué te hacía para que en vida te portaras tan mal conmigo? No te puedo llevar, fuiste mala conmigo, te quedas a vagar por ahí en tu barrio, a caminar por las chinampas, alma en pena serás.

Entonces mi madre respiró profundo y volteó para atrás, su cuerpo se enfriaba pero aún le llegaba el olor del café y de los tamales, y pensó: Si huelo el café y los tamales es porque soy ánima, pero si el perro no me pasa y mi cuerpo se enfría seré un cuerpo en pena y mis familiares se disgustarán.

Entonces se revolcó en la tierra y vio a Jesucristo y a San Andrecito y en eso estaba cuando despertó con mucha espuma. Luego nos dijo “No maltraten a los perros, porque los necesitarán”. Por eso en Mizquic (sic) hay tantos perros”.

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